Buscan nuevos medicamentos en la FQ para tratar la ictiosis laminar
Enfermedad que afecta la piel y disminuye la calidad de vida
Un grupo de investigación de la Facultad de Química, encabezado por el académico del Departamento de Farmacia Gerardo Leyva Gómez, participa en un equipo multidisciplinario que integra diversas instituciones mexicanas, a fin de desarrollar nuevos medicamentos para tratar la ictiosis laminar, padecimiento que en México presenta la prevalencia más alta en el mundo, con 71 enfermos por cada 100 mil habitantes.
La ictiosis laminar es una enfermedad genética clasificada como rara, la cual afecta la piel y disminuye considerablemente la calidad de vida de quienes la padecen, para la cual aún no hay una cura definitiva.
Desde la Facultad de Química, Gerardo Leyva trabaja en una gama de productos para el tratamiento de la enfermedad, la cual incluye soluciones, cremas, ungüentos y nanotecnología para un tratamiento farmacológico.
Leyva Gómez forma parte de un equipo multidisciplinario, integrado por Manuel González del Carmen, profesor-investigador de la Facultad de Medicina, Campus Ciudad Mendoza, de la Universidad Veracruzana, y por Hernán Cortés Callejas, investigador del Instituto Nacional de Rehabilitación Luis Guillermo Ibarra Ibarra. Este grupo estudia los aspectos genéticos y fisiológicos de la ictiosis laminar, así como aspectos psicodermatológicos de la piel y posibles nuevos productos de aplicación farmacéutica.
Los pacientes con este padecimiento, explicó en entrevista Leyva Gómez, presentan descamación y resequedad exacerbada en la mayor parte del cuerpo, principalmente en cuero cabelludo, pecho, espalda, palma de las manos y pies, la cual se acompaña por irritación, comezón y recambio de la piel muerta de forma periódica para dar lugar nuevamente a la aparición de más escamas en forma romboide e hiperpigmentada con fisuras.
“Las afectaciones pueden incluir implicaciones auditivas y oculares, desarrollo somático, alteraciones de la conducta e impedimentos en el desarrollo del lenguaje”, apuntó también quien en 2021 obtuvo el Reconocimiento Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos.
Esta enfermedad, indicó por su parte Hernán Cortés Callejas, es de origen genético, por lo que se presenta desde el nacimiento y permanecerá por el resto de la vida, aunque no es contagiosa: “Los pacientes con ictiosis laminar tienen una piel altamente sensible y frágil, que les impide un desempeño físico habitual, lo que genera repercusiones en su estado emocional y en su calidad de vida”, añadió.
Las afectaciones en la piel imposibilitan las actividades cotidianas y el trabajo, por lo que el grupo de investigación impulsa además una campaña para que la ictiosis laminar sea considerada como una discapacidad y los enfermos puedan recibir apoyos gubernamentales.
El equipo multidisciplinario ha laborado en los últimos años con pacientes de la Sierra de Zongolica, en Veracruz, zona con una elevada prevalencia de la enfermedad. En esta área ha corroborado que los afectados con ictiosis laminar tienen una baja calidad de vida y los niños son la población más vulnerable.
“Benjamín de los Santos, por ejemplo, es un niño de 10 años; el grupo de investigación lo conoce desde los cinco años. Su desarrollo físico es limitado, su vestimenta es propia de los pacientes con ictiosis laminar: abrigo que cubre las afectaciones en rostro, cuero cabelludo y brazos. Los síntomas persisten durante todo el día: comezón y ardor en la piel, un conjunto de molestias para caminar y, además, sufre estigmatización por niños de la misma edad”, comentó Leyva Gómez.
Por el momento, añadió el académico, “estamos con el tratamiento en piel, ya tenemos algunos prototipos que estaremos evaluando en estas comunidades; hemos realizado ensayos de algunas formulaciones, donde se evalúa, por ejemplo, la capacidad de rehidratación de la piel. En adelante, también habría que determinar la factibilidad del escalamiento industrial de estos productos; a la par, como es un equipo multidisciplinario, estamos atentos del avance de la investigación en la parte genética, a fin de determinar nuevas directrices en el avance de la investigación”.
Por último, Cortés Callejas dijo que actualmente se estudia a los portadores de la enfermedad, lo cual es complicado, porque se requieren muestras de sangre y “a pesar del beneficio evidente de conocer más el padecimiento, los pacientes a veces son renuentes a aportar estas muestras, por lo que estamos implementando técnicas menos invasivas, como podría ser la toma de saliva, lo que permitiría analizar a más individuos, por ejemplo, a parientes de enfermos”.
La meta final, concluyó el investigador, es “contribuir a disminuir la incidencia del padecimiento en los próximos años, además no descartamos que a futuro se puedan desarrollar herramientas de terapia génica para tratar la enfermedad”.
José Martín Juárez Sánchez