Apoya la FQ a sus estudiantes de licenciatura con becas alimentarias y económicas
Con recursos extraordinarios propios y aportaciones voluntarias de sus profesores, la Facultad de Química (FQ) de la UNAM aplica de manera permanente dos programas de apoyo a estudiantes de licenciatura en condiciones económicas desfavorables, a través de los cuales proporciona becas alimentarias por un millón de pesos anuales y gastos de transporte por 360 mil pesos al año.
El Programa de Becas Alimentarias beneficia a 200 alumnos a quienes se otorga un desayuno o comida diario, mientras que el de Profesores Pro-Alumnos proporciona a 75 becarios ayuda económica mensual de 400 pesos para gastos de transporte. Ambas acciones han arrojado resultados favorables, ya que el propósito central ha sido propiciar la continuación y culminación de estudios de estos jóvenes, quienes, por su situación académica, no pueden acceder a otro tipo de apoyos.
Se trata de becas que sólo se otorgan en la Facultad de Química de la UNAM.
Becas alimentarías
Los beneficiarios de las becas alimentarias reciben un desayuno o comida diario de manera gratuita en una cafetería de la Universidad, misma que gana la licitación por calidad, servicio y precio. Para este semestre (2008-2), de acuerdo con los resultados de la más reciente licitación, será la cafetería ubicada en el Anexo de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Esta inversión proviene de recursos extraordinarios que genera la FQ.
El Programa, a cargo de la Coordinación de Atención a Alumnos de la Secretaría de Apoyo Académico de la FQ, beneficia a 200 estudiantes de las cinco carreras que se imparten en la Facultad, quienes reciben los alimentos de lunes a viernes. Las becas otorgadas tienen vigencia de un semestre y pueden ser renovadas siempre y cuando el alumno continúe con una situación económica desfavorable, apruebe todas sus asignaturas, su promedio de calificaciones del semestre sea igual o superior al obtenido en el anterior, no tenga cubiertos el 100 por ciento de los créditos de la licenciatura y no haya sido sancionado conforme a la Legislación Universitaria.
Hortensia Santiago Fragoso, Secretaria de Apoyo Académico de la FQ, señaló que es fundamental este Programa porque “debido a la carga académica que tienen nuestros estudiantes, muchos de ellos permanecen en la Facultad prácticamente todo el día”. Además, dijo, se trata de un esfuerzo que ha tenido excelentes resultados. “Se le ha dado seguimiento y se ha visto que las becas alimentarias permiten a los beneficiarios concluir su carrera. Ellos comentan que de no ser por este programa de apoyo, hubieran tenido que interrumpir sus estudios temporal o definitivamente”.
El reto ahora, concluye Hortensia Santiago, es incrementar y profundizar este beneficio “basados en un diagnóstico completo acerca de las necesidades de los estudiantes de la Facultad en este aspecto”.
Destacó que se trata de un Programa muy controlado, evaluado permanentemente, tanto por los usuarios como por el Comité de Becas Alimentarias, integrado por profesores de carrera de la Facultad con reconocido prestigio. Este Comité revisa además, aspectos socioeconómicos fundamentales para el otorgamiento de dichas becas.
Por su parte, Carlos Figueroa Herrera, titular de la Coordinación de Atención a Alumnos de la FQ, calificó los resultados y avances como muy positivos, ya que el Programa propicia incluso un aumento en el promedio del alumno.
Informó que la demanda de este Programa es alta, ya que “ha tenido buena aceptación entre los alumnos, los que además concluyen su carrera y para quienes el Programa fue muy útil, ya que les facilitó mejorar su rendimiento académico, su estado nutricional y sobre todo, resultó de gran ayuda a su economía familiar”.
Es importante señalar, afirmó Carlos Figueroa, que cada mes se invita a los becarios a que hagan una evaluación del Programa, con el propósito de revisar el servicio que se presta. Los estudiantes evalúan, por ejemplo, la calidad de la comida, de la bebida, la variedad de los alimentos, el servicio en cajas, la rapidez del servicio y limpieza e higiene de la cafetería, entre otros aspectos. Esta evaluación constituye un mecanismo de mejora continua del programa.
Además, cada semestre se hace un recuento del servicio prestado y de los beneficiarios, con el propósito de identificar cuál es la utilidad de la beca: “En este caso observamos, por ejemplo, el incremento del promedio de los beneficiarios y se ha demostrado que, en efecto, quienes están en el Programa sienten un mayor compromiso con la institución, por lo que no sólo no dejan los estudios por cuestiones económicas, sino que incrementan su promedio”.
Por otra parte, cabe destacar que el proceso de licitación para elegir la cafetería que presta el servicio de becas alimentarias se lleva a cabo cada año de manera transparente. En él participan la FQ y la Dirección General de Proveeduría de la UNAM. Se invita al menos a tres postulantes que cumplan con requisitos como calidad en el servicio, alimentos preparados higiénicamente y un buen precio. Este proceso dura dos semanas, en las cuales los concursantes hacen sus propuestas y al final se elige la mejor.
Asimismo, en busca de ofrecer el mejor servicio, este Programa tiene la flexibilidad de que, en casos de excepción y previa solicitud por escrito del alumno, se pueda servir un menú especial para quienes padezcan una enfermedad que así lo amerite, por ejemplo diabetes. El Programa, señaló finalmente Carlos Figueroa, tiene 200 becas establecidas por la FQ que se pagan a partir de ingresos extraordinarios; sin embargo, “algunos profesores, al percatarse de las bondades del Programa y reconocer que no alcanza a cubrir toda la demanda, han aportado de su propio salario para incrementar el número de becas. De esta manera, en algunos semestres se han logrado otorgar cinco o seis becas más”.
Profesores Pro-Alumnos
Robert Johnson Bundy, fundador y responsable de este Programa, muestra el expediente de uno de los becarios: “Este joven viene del Estado de México, su papá gana tres mil pesos al mes, y tiene dos hijos más que mantener. Nuestro alumno invierte casi tres horas en llegar a la Facultad y asegura que gasta unos 20 pesos en transporte.
“Alguien podrá decir que 400 pesos al mes no es mucho, pero a este muchacho le permiten pagar el pasaje para ir y venir a su centro de estudios sin tener que pedirle para ello a su papá a quien, es evidente, le resultaría muy pesado darle esa cantidad. Como este caso tenemos muchos”.
Robert Johnson recuerda que hace más de 30 años, como psicólogo de la FQ, se percató de que parte de los problemas de los alumnos eran de índole económico, lo que influye de manera significativa en su desempeño académico.
Ante ello, estructuró, con un grupo de diez maestros de la FQ, un mecanismo de apoyo, mediante el cual por cada alumno de bajos recursos, habría un grupo de profesores para ayudarlo. Hoy, participan un total de 75 académicos (quienes aportan desde 100 hasta mil pesos a la quincena, deducibles de impuestos) que benefician a 75 estudiantes.
Así, los fondos que sustentan este Programa provienen de la ayuda proporcionada por los profesores de la Facultad, a través de un descuento en nómina de la cantidad autorizada por ellos mismos.
La solicitud que hacen los alumnos para la obtención de la beca es revisada por el propio Robert Johnson, “para determinar si realmente el estudiante la necesita. Se consideran aspectos como situación económica, costo de transportación a la Facultad, gastos escolares y el deseo de ser profesionistas”.
En la FQ, asegura finalmente Robert Johnson, aproximadamente el 20 por ciento de los alumnos se encuentra en condiciones económicas desfavorables, por lo que es necesario incrementar los alcances de este programa de becas; para ello, “resulta fundamental el apoyo y la colaboración de todos los profesores de nuestra Facultad”.
José Martín Juárez Sánchez