No hay evidencias de que el virus de la COVID-19 haya sido creado por los seres humanos
Conferencia online dictada por la académica Laura Domínguez
No existen evidencias de que el virus SARS-CoV-2, el cual da origen a la enfermedad COVID-19, haya sido creado en el laboratorio por los seres humanos. Todo parece indicar que su existencia se debe a una mutación natural y a que la humanidad invade cada vez más los espacios de otros animales, lo que lleva a estar más en contacto con ellos y a que muchos virus muten y pasen de una especie a otra, aseguró la académica de la Facultad de Química, Laura Domínguez Dueñas.
Al dictar en línea la conferencia El origen de COVID-19, organizada por la Sociedad Química de México (SQM) el 10 de junio, la especialista del Departamento de Fisicoquímica de la FQ destacó que desde el inicio del brote del SARS-CoV-2 en Wuhan, China, se ha discutido y generado una gran cantidad de información acerca del origen de este virus.
Un virus, explicó Laura Domínguez en su presentación, es una cápsula inerte que encierra material genético y cuando se acerca a una célula con la que puede interactuar, se desencadenan procesos de destrucción que van a terminar con la multiplicación del virus e infectar a la célula.
El SARS-CoV-2, añadió, es un beta-coronavirus cuyo genoma consiste en una sola hebra de ácido ribonucleico (RNA) de 30 mil bases, lo cual lo hace uno de los más grandes: “Dentro de los coronavirus es el séptimo que ha podido infectar a humanos”, indicó.
En ese sentido, apuntó que los estudios sobre este virus se han centrado en identificar su proceso de infección y analizar su secuencia de RNA para tratar de inferir su origen y las vías que siguió para llegar a ser la fuente de la pandemia actual, con el objetivo de tratar de frenar el proceso de infección y evitar que se siga propagando entre los humanos.
“Una de las proteínas más interesantes dentro de la COVID-19 es la Spike, la cual forma trímeros, es decir, grupos de tres proteínas, y es capaz de interactuar con la enzima humana ACE2, que es la encargada de la dinámica cardiovascular y el balance de electrolitos, ésta, por cierto, es más abundante en hombres que en mujeres, por ello se infiere que debido a esto ellos se infectan más”, indicó la universitaria.
La proteína Spike, expuso también, es clave para la infección y entrada del virus a las células; es una glico-proteína, esto es, contiene azúcares y logra engañar a las proteínas humanas para ser reconocida como amigable.
Más adelante, Domínguez Dueñas señaló que se analiza la secuencia de RNA de la COVID-19 para inferir su origen, al compararla con el RNA de otros virus. Al respecto, precisó que se ha podido verificar que su ‘pariente’ más cercano es el virus Bat-RaTG13 que infecta murciélagos, con el que se parece en un 96 por ciento y el coronavirus que ataca al pangolín (con un 91 por ciento de coincidencia).
“Es probable que estemos ante un virus que evolucionaría del virus de murciélago al del pangolín y sea un virus recombinante con segmentos de uno o de otro, pero todavía no identificamos con precisión al animal intermediario. Es interesante señalar que se ha observado que para poder volar, los murciélagos deben ser muy eficientes para utilizar su energía y por ello ‘apagan’ su sistema inmunológico cuando vuelan, el cual es de por sí reducido”, comentó.
La pregunta, agregó la especialista, “es si viene del murciélago, porque también se piensa que ya ha estado en el humano desde hace tiempo y ha mutado en el propio humano, pero eso aún no se sabe, se está investigando”.
Para Laura Domínguez, quien se especializa en estructura, dinámica y funcionamiento de proteínas y su posible aplicación en la Medicina, es importante tener conocimiento de que sintetizar un virus a partir de su secuencia genómica y que realice una función particular sería muy complicado.
“No sabemos ni siquiera exactamente cómo se pliegan las proteínas, entonces, sintetizar un virus en laboratorio para infectar humanos es algo que todavía no se puede hacer. Igualmente es muy complejo sintetizar anticuerpos que puedan combatir un virus nuevo. Sí se puede editar el genoma de un virus, pero habría una huella o evidencia de qué se hizo. Además, si tuviéramos la tecnología para diseñar un virus también se tendría para frenar al virus, pero no, no está una tecnología disponible en el mundo”, afirmó.
Más adelante, al dar respuesta a cuestionamientos del público que siguió la conferencia por Internet, la cual fue moderada por Ignacio González Martínez, de la Sociedad Química de México, Domínguez Dueñas dijo que, si bien se estudian distintos medicamentos, como el antiviral Remdesivir, “para analizar cómo interactúa la proteína del coronavirus con los fármacos y tratar de detener el progreso de infección es algo que aún se debe seguir trabajando, no hay nada definitivo”.
Asimismo, concluyó que los hombres tienen más expresado el receptor ACE2 que las mujeres, por ello se infectan más de la COVID-19: “Si se pudiera inhibir esta proteína, se detendría la infección, pero por otra parte no podríamos vivir sin ella, porque se encarga de la dinámica cardiovascular y el balance de electrolitos”.
José Martín Juárez Sánchez